La Historia de Rut es sin lugar a dudas una de las favoritas
que tenemos las mujeres cuando vamos a la Palabra de Dios.
Cada vez que recorro sus capítulos no puedo evitar imaginarme
en sus escenarios, conmoverme hasta lo profundo por la pérdida, el dolor, el
acto de amor, la declaración de fe, una conversión genuina, un regreso amargo
pero cargado de esperanza. Esta es una
historia de amor y devoción en la que Dios obra en medio del vacío para
conducir a quienes ama hacia la plenitud.
Aunque la he leído ciento de veces, hoy me toca transitarla
mirando hacia La Navidad… y esto la hace más
maravillosa! Es que Dios en Su Soberano Plan escogió vidas, familias, hombres y
mujeres sencillos, con debilidades y fortalezas, con temores y seguridades, en
medio de conflictos y dificultades. Decididos, entregados para ser parte, sin
saberlo, del más extraordinario de la Historia: “Integrar
la familia genealógica del Mesías, del Salvador y Redentor prometido”
En la primera escena leemos Rut 1: 1 que dice: “En
el tiempo en que los caudillos gobernaban el país, hubo allí una época de
hambre…” Se refiere al período de lo
jueces, un tiempo de oscuridad, apostasía y
opresión extranjera. Y en Belén se centra nuestra historia de una
familia que decide emigrar, quienes vivirán una serie de sucesos que cambiarían
sus vidas para siempre. Transcurriendo muchos años después, la ciudad vuelve a
ser la misma: Belén. La situación humana,
política y espiritual también. Es allí, que medio de la necesidad, Dios ejecuta
Su Precioso Plan redentor. La historia de Rut hizo posible el nacimiento de
Jesucristo en Belén.
Hay muchas lecciones para aprender de la vida de Rut, nos
impacta su conversión al Dios Verdadero: “Porque
iré adonde tú vayas, y viviré adonde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu
Dios será mi Dios…” (Rut 1:16). Pero deseo detenerme en las características
de esta bella mujer que luego veremos en su plenitud y esplendor en la persona
de Jesús.
El amor de Rut hacia Noemí,
en medio del sufrimiento es admirador, es sublime. Un amor decidido a dejarlo
todo para acompañar a su nuera dolida y amargada. “Pero
Rut respondió: - ¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! (Rut
1:16ª). Mirando a Jesús lo vemos también, dice Su Palabra en Filipenses
2: 6- el cual, siendo en forma de Dios, no estimó
el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. Nuestro Señor en la
eternidad, determinó por amor al mundo, tomar nuestra forma, dejarlo todo, para
nacer humildemente, con el sólo propósito de dar su
vida en rescate de muchos. El verdadero amor
se extiende a lo desagradable, estuvo en Rut,
quién decide estar al lado de Noemí, acompañarla hacia Belén. Dios viendo
nuestra extrema necesidad, lo terrible de nuestro pecar, nos dio a Su HIJO unigénito. (Juan 3:16)
Lo segundo en Rut para elogiar es su
disposición al servicio.
“Y sucedió que Rut la moabita le dijo a Noemí:
-Permíteme ir al campo a recoger las espigas que vaya dejando alguien a quien
yo le caiga bien…” (Rut 2: 2). La pobreza estaba presente en estas mujeres
y vemos a Rut entregada al servicio, que es sin duda, alimentado por su amor
hacia Noemí. Hay tanta profundidad en esto, porque si lo observamos como el
camino hacia el nacimiento de Cristo, es necesario resaltar que María, también
fue una mujer dispuesta a servir a los propósitos de Dios para ella. Luego de
recibir tremenda revelación de Dios a través del ángel, que su vientre sería el depositario del Santo Hijo
de Dios, de la intervención del Espíritu Santo, respondió: - Aquí tienes a la sierva del Señor- contestó María- Que
él haga conmigo como me has dicho… (Lucas 1:38) ¡Me encantan similitudes
de la Palabra de Dios! Escogiendo lo humilde y débil del ser humano, para
glorificarse a sí mismo. Y qué decir de nuestro Señor: “el
cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres;…” (Filipenses 2:6-7)
¡Oh mi corazón se regocija en el Obrar de Dios! De la vida de
una moabita, de una extranjera, Dios decide revelarnos no sólo que sería la
bisabuela del rey David, que formaría parte de la genealogía del Rey, sino
ilustrarnos un cuadro maravilloso de Su Gran Amor hacia la humanidad, hacia ti,
hacia mí. Y que ante todo vino a servirnos y dar su vida para salvarnos. Este
es el mensaje verdadero de la Navidad, de Jesús, nuestro PARIENTE REDENTOR.
Preciosa amiga, tú y yo hemos sido escogidas para seguir y
proclamar este mensaje. Amor y Servicio. Amor
que se extiende a la necesidad de lo demás, hacia lo amargo, desesperante,
horrible y cuánto más! Ejemplo es Rut en esto y lo máximo: Cristo. Servicio que se resume en las mismas palabras
de Jesús: Más bienaventurado es dar que recibir.
(Hechos 20:35). Rut lo cosechó en su vida y Cristo sus pisadas nos dejó.
Que la Navidad sea la oportunidad propicia para amar y servir a cada persona que Dios coloque en
nuestro camino. En la familia y hogar, en el trabajo y con vecinos, en la
iglesia con los hermanos en la fe. Cuando la necesidad toque nuestra puerta… Seamos canales de bendición, para Glorificar
a Dios que trazó una ruta perfecta, usando a muchos, tomando a Rut, para
llevarnos a la noche divina, allí en Belén, dónde se dio forma a la OBRA MÁS
GRANDIOSA, que por siempre y para siempre lo será. La Obra de la Salvación.
Que Su Palabra traiga gozo,
adoración y rendición a tu vida, como lo hace en la mía. ¡Seas muy
bendecida! ~ Sirviendo al Rey de reyes~
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